No quiero diamantes, quédatelos. No quiero castillos, quédatelos. No quiero yates, quédatelos. No quiero autos caros, quédatelos. Quiero esa margarita del campo, regálamela. Quiero tu risa, regálamela. Quiero tu mirada, regálamela. Quiero un abrazo, regálamelo. Quiero esas charlas infinitas, regálamelas. Quiero saber que puedo contar contigo, dímelo. Buscamos la felicidad en cosas enormes, cuando a veces lo mejor y lo más interesante está en esas pequeñísimas cosas que nos rodean en cada momento. Esas que el dinero no puede comprar, pero quién las posee es la persona más rica y afortunada del mundo.
No te esfuerces tanto, las mejores cosas suceden cuando menos te lo esperas.

El amor es algo que nadie puede comprar y incluso vale más que el dinero. Sin amor estaríamos undidos en una soledad inmensa, ¿se han preguntado que pasaría si nuestros padres no nos quisieran?, pues yo sí. Nos habrian dejado en la calle, desde bebes y si no hubieran botado, nos tratarían pesimo. Y hay que aprender a valorar a los papás, porque aunque nos hagan enojar muchas veces o nos digan cosas que nos cargan, en el fondo sabemos que nos quieren, y que lo dicen porque no quieren que pase algo malo, porque somos adolecentes y cuando nosotros vamos, ellos vuelven. (que ellos saben las consecuencias de eso, porque ya lo vivieron). Por eso aveces es bueno bancarse todos los retos de los papás, porque nos retan porque nos quieren, y hay que estar orgullosos de eso :).